LA SED RECORDADA
Esas mariposas que rozaban
con sus alas mi pared interior,
se convirtieron en un charco
sin brincos de niño.
Las canciones
que como peldaños de escalera
me subían a lo alto,
devinieron en lugares
en los que me da pereza caminar.
No sé si será exceso de televisión,
quizá llovió demasiado sobre mojado,
pero lo que era volátil
inocencia,
se trocó en algo pétreo,
que por duro
parece cruel.
Intento sobrevivir
a todas las tormentas
que habitan este vaso de agua.
Cerrar los ojos
mientras imagino
el sonido del cristal
estrellarse contra el suelo,
es convertir la rutina
en un difícil lujo.
Soñar que vuelvo a ser
aquella pequeña jungla
que se divertía
huyendo de todas las ventanas,
es dar dar de beber
a quien olvido el sabor de la sed.
Difícil.
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