martes, 15 de diciembre de 2015

SOY UNA FOTO






Sin pensar.
Sin dolor.
Sin temor,
con el que conjugar
verbos amables
que se arrancaron
como pétalos
destinados a morir
en una tristeza
violenta.

Sin temor,
con el que conjugar
verbos  crueles
invocados
por  los dedos de un miedo
que se extiende sobre si mismo
a lo largo de un pasillo
sin puertas.

Sin temor,
a que mis pasos
desistan
de  mantener un equilibrio
que como humo
se adhiere al suelo
y a la pared.

Silencio,
que es impermeable 
a cualquier cambio
que haga girar
cada una de las esquinas
de mis dos dimensiones.

Un momento jugando
en los dedos
de  quien me piense.


Soy una foto


MaLnaik




viernes, 4 de diciembre de 2015

ELSIE DE WOLFE: DISEÑANDO AIRE PARA RESPIRAR


Decoradora de interiores y sufragista. El amor de su vida fue una mujer. Destrozó todos los cánones estilísticos masculinos propios  del tiempo que le tocó vivir. Puede que la frivolidad se defina por un exceso de atención al mínimo detalle. Quizá repudiar con todas las fuerzas lo que se detesta y luchar por rodearse de un mundo acorde a su propia sensibilidad sea una lección de vida. 





Cuando aquella niña llegó del colegio, rompió a llorar inconsolable. Sus padres habían decidido cambiar el papel pintado del salón. Ahora las paredes lucían un triste fondo gris, en el cual aparecían esparcidos distintos motivos en colores granate y verde. Tirada sobre la alfombra; en su tremenda rabieta infantil solo alcanzaba a decir esta frase una y otra vez:
¡Es feo! ¡Muy feo!
Quizá fue ese el momento en el que aquella pequeña se juró a sí misma, que lucharía con todas sus fuerzas por diseñar un mundo estéticamente hecho a su medida.
Porque su mundo estaba decorado al estilo Victoriano, uno de cuyos principales exponentes es el diseñador William Morris. Un estilo opaco, sobrio y oscuro. Perfecto para la sociedad patriarcal de la época en la que imperaban los gustos masculinos; obviando la necesidad que tiene cualquier espíritu femenino de rodearse de un ambientes luminosos, en los que la sencillez combinada con la sofisticación y la practicidad definan lo que  ella pasó a definir como  “buen gusto”.
La niña se llamaba Elsie de Wolfe. Creadora del concepto de diseño de interiores tal y como lo entendemos hoy en día; fue precursora entre muchas cosas de los interruptores para la luz que tenemos en las puertas de las habitaciones.
Nació en Nueva York en el año 1865. Hija de una familia acomodada; fue educada por sus tutores en  Nueva York, y por su familia materna en Edimburgo. Llegando a conocer a la reina Victoria I en su presentación en sociedad.
De vuelta a Nueva York y tras el fallecimiento de su padre comenzó su carrera como actriz de teatro. El padre, que era jugador, había dilapidado la fortuna familiar. Ella prefirió esta alternativa a un matrimonio provechoso económicamente.
Se integró en la compañía de teatro The Amateur Comedy Club con la que Interpretó el papel de Lady Clara Seymour en la obra “ A Cup Of Tea”.
Tras debutar profesionalmente poco a poco fue reconocida; si bien no como buena actriz,por su elegancia en la forma de vestir de sus personajes. Aunque podía ganarse ya la vida interpretando, comenzó a interesarse por el diseño de la puesta en escena de las representaciones teatrales en las que intervenía; y ese interés derivó hacia  la decoración de interiores. Durante una breve etapa dirigió el Teatro Victoria.



Elsie  disfrazada de Mata Hari



Elsie cuando empezaba su carrera como actriz

En el año 1906, con la edad de 45 años abandonó la interpretación dedicándose al interiorismo. 
Vivía junto a la representante literaria Elizabeth “Bessie” Marbury. La casa que compartían la decoró ella misma. Huyendo del estilo victoriano que tanto odiaba. Utilizó los colores marfil y gris para pintar las paredes; adquirió mobiliario estilo francés del siglo XVIII; y desechó elementos decorativos inútiles que restaban espacio. Lo que ella quería era luminosidad y amplitud en las estancias.
Aquella casa, denominada por ella misma “La casa de las solteras” fue el punto de inflexión a partir del cual su vida profesional comenzó a girar en torno a la decoración.
Porque en aquella casa, los domingos por la tarde, acudían figuras de relevancia de la época. Bessie era agente literaria y en su lista de contactos aparecían nombres como Oscar Wilde, y Bernard Shaw.
La pareja de mujeres eran divertidas y de gustos refinados. Los consejos de decoración de Elsie se extendieron como la pólvora entre las mujeres de la alta sociedad de la época. Que pasaron  por alto los escandalosos rumores de lesbianismo que rodeaban a aquellas mujeres y su círculo de amigas, entre las que se encontraba Mercedes Acosta, porque estaban hambrientas de novedad.




Elsie y Bessie Marbury

Y llegó su primer contrato como profesional: Encargarse de la decoración del Colony Club de Manhattan; el primer Club femenino de la ciudad.
Luminosidad propiciada por los colores claros en las paredes, suaves cortinas, sillas de mimbre y estructuras de reja en las que colocar plantas naturales. Toda esta declaración de intenciones llevada a la práctica la resumió en una frase: Abrid las puertas y ventanas de América, y dejad que el aire y el sol penetren.
Elsie había tirado del mantel, llevándose por delante el modelo decorativo tradicionalmente masculino existente. Las mujeres tenían mucho que decir en el mundo, y ninguna forma mejor que empezar a decirlo en sus hogares. 




Las residencias de millonarios como los Astor y los Vandervilt le abrieron las puertas. Pero con el encargo que le hizo el emperador del acero: Henry Clay Frick, se convirtió en millonaria. Decoró la segunda planta de su piso de Nueva York a cambio de una cantidad fija, más un porcentaje por cada elemento decorativo que consiguiese para decorarlo.
Elsie de Wolfe se convirtió en una marca comercial con amplias oficinas en Nueva York. Y editó un Libro  que fue referencia para los nuevos diseñadores: The House In Good Taste.



Elsie y su marido, es el de la izquierda



En 1926 a la edad de  sesenta años se casó con el diplomático Charles Mendl. Lo que sorprendió a sus amigos. Asistían a las fiestas juntos sin compartir dormitorio.  Ella en sus memorias, no habla de él. Lo cierto es que su relación con Bessie duró hasta la muerte de esta, en 1933.
Aunque su referencia estaba en Nueva York, viajaba a Europa con mucha frecuencia y pasaba largas temporadas en Villa Trianon ((Versalles).







Villa Trianon

Este fue sin duda su hogar. En el jardín mandó construir un cementerio particular donde mandaba enterrar a los sucesivos perros que tuvo durante toda su vida, con el mismo epitafio: Fuiste a quien más quise.
En la primera Guerra Mundial prestó en Francia servicios como enfermera.


Multitud de perros, enterrados bajo el mismo epitafio: Fuiste el que mas quise.


















Las fiestas que celebró  en Villa Trianon, las Circus Balls, fueron memorables, en especial la que cerró el verano del año 1939.Los invitados eran tan dispares (miembros de la realeza, relevantes personajes de la cultura, millonarios y nazis), que era increíble que estuvieran juntos en aquella puesta en escena .


Preparados para la fiesta


Aunque no era de extrañar. En aquél periodo de entre guerras la frivolidad se elevó a la categoría de arte. Los momentos eran vividos con la intensidad de quien no sabe si tendrá un mañana.
Y ella; además de ser la perfecta anfitriona que ordenaba que un sándwich perfecto fuera fotografiado para la revista Vogue, era capaz deleitar a los comensales vestida de bailarina del Moulin Rougue, realizando piruetas y contorsiones varias. Tenía ya sesenta años cumplidos  y se pintaba el pelo de color azul; pero la dieta y el ejercicio constante la permitían tener su esbelto cuerpo en forma. Todos los días procuraba practicar yoga, y pasaba un rato caminando boca abajo apoyada en las manos.



Elsie haciendo yoga


Al estallar la Segunda guerra mundial se marchó a vivir a California, tras su finalización regresó a Francia. 
Murió en Versalles.  La artritis la había dejado atada a una silla de ruedas. Ya no se teñía el pelo de colores. Tampoco se maquillaba. Pero su rostro pálido y trabajado `por la cirugía estética, recordaba al de las mujeres de los cuadros de Carmontelle que tanto la gustaban.