Se mueren los que nos cantaban. Sólo queda seguir bailándoles hasta que los huesos del alma nos dejen. Para la muerte no hay cura. Y es duro tener conciencia de que hay más recuerdos amontonados no sé sabe dónde, que tierra nueva que pisar.
Nos vamos deshaciendo poco a poco..
Pero mientras sepamos sonreír al sonar aquella canción, tendremos conciencia de quiénes somos.
Victoría pírrica, pero nuestra.
Te amo, corazón
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